EL CUERPO INTEGRAL

por Carlos Trosman
Fragmento de un artículo publicado en Kiné, la revista de lo corporal.

Como nacemos sin Manual de Instrucciones para el Cuerpo, distintas culturas han desarrollado diferentes tipos de técnicas y de ejercicios para mantener la tonicidad adecuada de la musculatura espinal, y de este modo favorecer la buena salud de todo el sistema que llamamos cuerpo y por ende de las personas. El concepto de cuerpo es complejo y tiene diferentes acepciones. Aquello que nos imaginamos que es el cuerpo, produce el cuerpo. Y también las palabras producen el cuerpo, calificándolo con adjetivos, considerándolo sano o enfermo, lindo o feo, agradable o desagradable, propio o ajeno. “Pensar el cuerpo es pensar el mundo”, escribió el antropólogo francés David Le Breton. Porque pensar el cuerpo lo construye y construye nuestra posición, nuestra postura, no sólo física, sino también subjetiva en el mundo. Esta construcción, que es en su mayor parte inconsciente, requiere de un aprendizaje para aprehender el propio cuerpo, y de la elección de un camino o caminos, o métodos, para realizar este aprendizaje. En esta post modernidad tenemos un sin número de ofertas donde el cuerpo puede ser entrenado, amaestrado, sensibilizado, estirado, purificado, mutado, tatuado, señalizado, marcado, lastimado, enajenado, acariciado, desdibujado, etc. Pensar en estas posibilidades es en sí mismo un paso que abre caminos. Pero ¿cuál elegir? La elección del método siempre estará en relación con nuestra posición subjetiva frente a nuestro cuerpo y frente al mundo. ¿Qué le pedimos a nuestro cuerpo que sea y cómo? La idea de integralidad está cada vez más presente en las técnicas corporales (que diferencio de la Educación Física), aunque por nuestra educación cartesiana donde los polos opuestos son alternativos y excluyentes, es muy difícil realizar disciplinas que no partan sólo de un punto, que no tengan un solo objetivo (o ninguno), que no tengan un efecto visible de musculación o elongación.
          El Yang Sheng es el conjunto de prácticas ancestrales chinas para la salud. Incluye lo que conocemos como acupuntura, la herboristería, masajes, nutrición, y la gimnasia que actualmente llamamos Qi Gong (se pronuncia Chi Kung). El Qi Gong, considerado en la antigüedad el “Método para Alimentar la Vida”, utiliza estas fuerzas cinéticas inconscientes que nos mantienen erguidos junto con la proyección de estas fuerzas desde nuestro interior hacia la tierra, hacia el cielo y el entorno, y también la proyección de las fuerzas que desde el exterior se dirigen a nuestro interior como resultado de nuestro habitar en el mundo. Ya vemos aquí varias fuerzas, como vectores, que suceden a la vez y desde distintas direcciones. Percibirlas, sensibilizarnos a ellas, requiere de una atención particular. Es esta atención múltiple, a la que se suma la atención a la respiración y a cierta musculatura en particular en cada ejercicio, la que va educando una conciencia integral que fluye más allá de la dualidad como antagonismo. Para saltar hacia el cielo hay que empujar la tierra con los pies. Al caer hacia la tierra, parados, la cabeza permanece en el cielo. Mientras tanto inhalo y exhalo y pienso algo y, sobre todo: siento. ¿Qué siento en ese impulso de saltar? ¿Qué siento al elevarme? ¿Qué siento al caer? Para decodificar el sentimiento recurrimos a la razón, que requiere un tiempo para ser educada en la integralidad. Por eso durante la práctica de Qi Gong es muy importante estar atentos a nuestros sentidos, a nuestras sensaciones, a sentir la conexión con la proyección de las fuerzas que expanden nuestro cuerpo y lo hacen parte del entorno y del universo.