por Carlos Trosman
Para la medicina tradicional chino-japonesa, las personas somos un sistema de energía, donde circula la energía cósmica universal llamada Chi, Qi o Ki. Este Qi humano, está producido por el Qi del cielo, energía Yang intangible de la cual nos nutrimos a través de la respiración y que tiene gran influencia sobre el sistema nervioso y el movimiento (tanto interno como externo); y por el Qi de la tierra, energía Yin tangible que absorbemos con la alimentación, de la que dependen los procesos químicos, la sangre y los fluidos. Constantemente el Yin se transforma en Yang (los alimentos primero en fluidos para producir calor, movimiento y pensamiento) y el Yang en Yin (el oxígeno en la sangre pasando de inmaterial a material, formando parte de huesos y músculos). La Medicina Oriental postula un sistema energético diferente a los conocidos en occidente: el Sistema de los King-Lo (Canales y Colaterales), llamado también Sistema de Puntos y Meridianos. Por esta red de canales circula el Qi en diferentes direcciones, tanto ascendentes como descendentes y desde el interior de los órganos hacia la piel o viceversa. Estos ríos invisibles llevan el Qi del universo dando vida a nuestro cuerpo y a nuestra conciencia. Por este motivo varía con los climas, con las horas del día, con las estaciones del año; y también con la alimentación, con la actividad física y con las emociones. El equilibrio y la salud están representados por el movimiento y la continua transformación y adaptación del Qi humano al Qi cósmico.